La tierra está y continuará estando por los siglos
de los siglos, nosotros no.
La habitamos, la cultivamos, la explotamos con
la ambición de que nos pertenece, la utilizamos como excusa para pelear, para inscribirle nombres, para colocar banderas, para crear culturas, para
deshacerlas, para idealizarla al creer que nos pertenece, pero en realidad, la
tierra no es nuestra.
Los seres humanos nos alimentamos de emociones,
es natural que conservemos cariño al lugar donde crecimos, donde se formaron
nuestros recuerdos, donde fuimos felices, es algo interno que nos acompaña
vayamos donde vayamos, millones de personas perciben sentimientos similares a
cada momento en todas partes.
Durante milenios, se han manipulado esos
sentimientos para que peleemos y hasta entreguemos la vida por tierras que no
eran nuestras, tierras utilizadas para alimentar la ambición de reinados,
condados, ducados, o presidencias interesadas en hacerse superiores a otras, excusándose en la defensa de lo nuestro.
Pero la tierra no es nuestra, la tomamos
prestada durante un periodo de tiempo, más tarde, cuando pase ese periodo,
vendrá otro, y otro más, y, posiblemente, también muchos matarán o darán su
vida defendiendo una tierra que creen suya, así ha sido siempre durante siglos.
Y como siempre, unas historias se olvidarán y
serán reemplazadas por otras, pero la tierra seguirá en el mismo lugar,
alimentando y haciendo pasar hambre a quien la habita, dependiendo del trato
que reciba.
Y al final de todo, cada uno de nosotros será absorbido
por esa misma tierra, no importará nada dónde estemos cuando llegue ese
momento, ni importará qué nombre recibía el lugar donde nos tocó nacer, porque
esa misma tierra nos cubrirá a todos por igual para que el tiempo se ocupe de
olvidarnos.
La propia tierra se encargará de borrar las
huellas de los que alguna vez murieron o mataron imaginando defender una tierra
que les pertenecía.
Y no, la tierra no es nuestra.
Aun así, defendamos la tierra, sí, defendamos el derecho a disfrutarla, defendamos el derecho a que toda persona pueda caminar por ella en paz y en libertad.
(Encarna Hernández Vizcaíno)