miércoles, 7 de marzo de 2018

SOY

Es posible que sea la propia vida, o tal vez la manera como la vivimos la que nos hace ser como somos.

Desde muy niña, me inculcaron que debía ayudar a mi madre y atender a mis hermanos pequeños, que mi prioridad en la vida debía ser cuidar de mis seres queridos; cuidar de mi madre, de mis hermanos, de mi marido, de mis hijos, de mi padre...

Durante años, mi tarea principal en la vida fue pensar en los demás, rozaba los cuarenta cuando empecé a preguntarme quién era yo.

Resultaba tan difícil encontrarme, estaba diseminada entre los míos y no lograba ver un todo de mí.

Temía sufrir pero nunca dejaba de hacerlo, lo daba todo y no exigía nada, pero en el fondo lo esperaba todo, pero ni de eso era consciente.

Ha sido sólo después de años intentando recomponer ese yo, que al fin reconozco, el que me ayuda a saber quien soy verdaderamente, pero ha sido también esforzándome en vivir momentos de ilusión, de esperanza, de confianza, de respeto hacia mí y hacia los que no son como yo, por eso, ahora, intento vivir no sólo para los demás, intento hacerlo también para mí, resulta difícil, porque siempre terminas haciendo lo que los demás esperan, pero aun así, disfruto de esos momentos en los que me reconozco y me apruebo, y, éste, es uno de esos momentos.

Soy una mujer sensible, apasionada, soñadora, sincera, contradictoria, insegura, escritora, sí, soy escritora, me gusta reescribir la vida, los sentimientos, las ideas, soy escritora desde siempre, desde antes de aprender a escribir, desde que podía imaginar más allá de la apariencia.

Soy confiada, algo tonta para algunos, algo ingenua para otros, pero sólo confío en quien amo y sólo amo a quien mi alma aprueba, y ella,  pocas veces se equivoca.

Me gusta sentirme mujer, sentirme amada, sentirme deseada, deseo que se note,  pero sólo ante aquel que aprueba mi alma.

Me gusta escribir, reescribir, recomponer mi historia y mis sentimientos, acercarme a través de ellos a los que de verdad quiero, intentar usarlos para llegar a sus almas. Al alma de mis hijos, de mi nieto, de mis hermanos, de mi amigo, de ese amigo al que mi alma aprueba sin más, decirle que no sé por qué lo busqué, o porqué llegó, que desconozco las puntadas de su vida, superfluas o no, que siento emociones que me desconciertan desde hace mucho, mucho tiempo, desde que intuí su alma entre espinos.

Sí, a un alma así también me habría gustado llegar, decirle que no debe temer, porque sin él saberlo, me enseñó a sentir ilusión.

Soy, como la vida y los que me rodean me han enseñado a ser, pero también soy lo que  soy desde antes de nacer.

Soy la esencia del alma que refleja mi yo, sólo eso.


(Encarna Hernández Vizcaíno)

lunes, 5 de marzo de 2018

SOMOS

Nuestras vidas se componen de momentos...
Unos, nos hacen avanzar y disfrutar, otros, nos retraen y nos quitan energía y ganas de vivir.

Somos como el sol que aparece y desaparece; nos ilumina, nos alumbra, nos da calor, pero también se esconde para dar paso a lo oscuro y sombrío. Somos tan solo una copia más de esta naturaleza fascinante que no deja de moverse en sus propios momentos, que gira una y otra vez hacia la luz y la oscuridad, que hace que brote la  vida dentro de nuestra burbuja una y otra vez, que hace que, entre unos momentos y otros, de lo gastado, resurja de nuevo algo bueno.

Es un resorte desconocido que nos hace girar a tanta velocidad, que ni conscientes somos de que esos cambios, buenos y malos, también los provocamos.