viernes, 20 de octubre de 2017

COMO EL TIEMPO

¡Haces que olvide la desdicha y me sienta viva pensando en ti!

Eres libre como esa lluvia fina que tanto me gusta escuchar.

Yo te gusto porque soy una tormenta plácida;
doy paz y libertad.

Hueles mi pureza, mi tranquilidad,
pero te siento lejano, como la luna.

Seguramente,
no llegaremos a juntarnos nunca;
hemos coincidido en el mismo lugar,
en el mismo tiempo,
pero en otra realidad.

Aun así,
al cerrar los ojos y no pensar en nada más,
imagino un mundo irreal, como el tiempo,
siempre eterno.

Seguramente,
no llegaremos a juntarnos nunca,
y tu recuerdo y también mi recuerdo,
queden atrapados para siempre en el silencio.

Pues,
pasaré veloz a la nada,
y tú, algo más lento,
pasarás a la nada también.

Y ya no te llamaré.

Y más tarde,
nadie lo hará.

Pero el silencio es sólo tiempo perdido
y no se quedará con mi esperanza.

La prudencia no aniquilará mi voz,
la pereza no derrumbará mi alma.

Y te seguiré llamando...

Olvidaré la desdicha y me sentiré viva; seguiré pensando en ti.


 (Encarna Hernández Vizcaíno)

domingo, 15 de octubre de 2017

SOMOS ESCLAVOS DEL MUNDO


Quisiera mirar al mundo
y no ser parte de él.

Me siento inútil a veces, 
otras veces impotente
viendo tanto padecer.

¡Qué terrible expectativa
se presenta frente a él!

¡Cuán inmensa es la mentira
que gobierna por doquier!

Siento una pena muy honda,
siento una tristeza inmensa
al ver esta esclavitud en que
está la tierra inmersa.

¡Somos esclavos del mundo!

Esclavos de esa gran fuerza
que nos mueve como a hilos,
como a muñecos de cuerda,
como a nubes sin sentido
que las lleva la tormenta,
como a motitas de polvo
que hacia la deriva vuelan.

Así somos manejados,
sin querer, sin darnos cuenta.

Somos esclavos del miedo,
esclavos de la violencia,
esclavos de la codicia,
de la guerra, 
de la ciencia,
esclavos de la política,
de la lucha por la tierra.
Esclavos; hasta del humo
que exhalamos sobre ella.

Somos esclavos del mundo,
esclavos de esa gran fuerza
que nos mueve como a hilos,
como a muñecos de cuerda,
como a nubes sin sentido que
las lleva la tormenta, 
como a motitas de polvo 
que hacia la deriva vuelan.

Así somos manejados,
sin querer, sin darnos cuenta.

Como toros desbocados
que no se paran ni piensan,
que arremeten contra todo
por alcanzar su defensa,
y terminan en el suelo
con la estocada final,
sin saber quién la maneja.





(Encarna Hernández Vizcaíno)