sábado, 5 de octubre de 2019

LA VIRTUD DE ESTE DÍA

No sé si a todo el mundo le pasa, pero hay días que me levanto y me invade una energía difícil de entender, no importa que el día anterior haya estado lamentándome de agotamiento  mental o físico, amanezco, ya es otro día, y como si ya no fuese la misma,  desarrollo mil opciones al mismo tiempo sin castigo emocional.

Nada me hace vacilar, nada me coarta, nada me ata, nadie me impide que opte por lo que crea más importante, nadie puede más que yo.

No se me encogen los ovarios, ni me pesan los músculos, y mi cerebro es como un colibrí que no necesita esforzarse para llegar a donde quiere ir.

Me pregunto si será eso lo que sienten los que esnifan coca o heroína para volar, pero en mi caso no tengo que sufrir después la crisis de abstinencia, es algo natural, duermo, y ya.

Soy consciente de que los que me rodean me van absorbiendo esa energía que se formó conmigo cuando aún no era nada ni nadie, cuando ni siquiera estaba en el vientre de mi madre, y sé que me la absorberán sin pedirme permiso, se agarrarán a ella como el que se agarra a un mástil en un barco a la deriva.

Aun así, agradezco a la madre naturaleza, o a lo que sea que sea, no tener que alimentarme de la energía de otros.

Agradezco sentirme como si fuese una noche de verbena en la que te sientes capaz de bailarlo todo.

Agradezco que la claridad se levante conmigo al amanecer y perdure en mí durante todo un día, me conformo con eso, para mí, la claridad, es la virtud de este día. 

      
            (Encarna Hernández Vizcaíno) 

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