
Ya no quieres buscar a escondidas tus palabras perdidas, ni quieres asirte del aire, ni moverte en el fango que es la fantasía, ni
escucharte en ese verso inútil de añoranzas vacías.
Has perdido por completo aquella inocencia que aún
mantenías escondida en el alma.
No quieres más de aquella brisa que parecía aliviar
el calor del infierno.
Ya ni sabes si existe, ni si Dios es bueno, ni si luz es
día, o si es negro el cielo.
No hay miradas que mantengan tu inocencia, ni rincones que te alumbren sin maldad, ni esperanzas donde ya no vive nada.
No hay carencia de silencios,
no hay carencia de palabras; sin palabras.
(Encarna Hernández Vizcaíno)